El Sello Verde, lanzado en marzo de este año por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se perfila como una herramienta clave para promover la gestión ambiental en el ámbito público y privado en el distrito.
Se trata de un reconocimiento que busca impulsar y certificar la gestión ambiental integral de los establecimientos.
En apenas medio año, ya son trece las empresas que accedieron a la certificación, mientras que otras 35 se encuentran en el proceso de evaluación.
En total, fueron 110 las que, hasta el momento, iniciaron el camino para obtener el sello.
El Sello Verde unifica experiencias previas -entre ellas los programas Ecosello y Ecoinsignia- y procura simplificar, fortalecer y jerarquizar el reconocimiento a las empresas y entidades que implementan prácticas sostenibles.
“Este distintivo único reconoce a establecimientos públicos y privados que trabajan en la mejora de su desempeño ambiental, con un sello que tiene diferentes niveles según el grado de compromiso alcanzado”, explican a Noticias Cerca Tuyo desde el Gobierno porteño.
Cinco por cuatro
El Sello Verde se estructura en cinco ejes temáticos —agua, energía, residuos, insumos y gestión integral— y contempla cuatro niveles de compromiso: Compromiso, Bronce, Plata y Oro.
El proceso de certificación comienza con un autodiagnóstico online, seguido por una auditoría presencial y finaliza con la entrega del sello, que tiene una vigencia durante dos años.
Además de reconocer el esfuerzo ambiental, el programa promueve prácticas que disminuyen el impacto ecológico, optimiza el uso de los recursos, incentiva la mejora continua y mejora la imagen institucional de quienes lo obtienen.
Cliba: “Una expresión de la responsabilidad que asumimos al ser parte activa del cambio”
Una de las empresas que alcanzó el Sello Verde Oro fue Cliba, del grupo Benito Roggio Ambiental, prestadora del servicio de higiene urbana en la Ciudad de Buenos Aires.
“Nuestra compañía sostiene una cultura de sustentabilidad, por eso los procesos y prácticas requeridos estaban en marcha y siempre en evolución”, explica Gabriela Ananía, gerenta de Relaciones Institucionales y Comunicaciones de la firma.
En su sede porteña, Cliba aplicó múltiples acciones que van desde la eficiencia energética —con el reemplazo total de luminarias por tecnología LED y aires acondicionados inverter— hasta la reducción del consumo de agua, mediante aireadores en canillas y botones automáticos en mingitorios.
“El Sello Verde demuestra nuestro compromiso con la responsabilidad ambiental, fortalece la confianza en nuestros equipos y nos estimula a seguir mejorando”, subraya Ananía en diálogo con Noticias Cerca Tuyo.
También, destaca el Programa Basura Cero, que desde 2014 promueve la separación y reciclado de residuos dentro de la empresa. “Hasta ahora recuperamos más de 314 mil kilos de materiales reutilizables —cartón, papel, plásticos, metales— y más de 2.200 kilos de residuos orgánicos que fueron compostados”, detalla.
En materia de gestión integral, Cliba está certificada bajo las normas ISO 9001, 14001 y 45001, y se convirtió en la primera empresa del sector en certificar la carbono neutralidad en sus operaciones de Buenos Aires.
“Compensamos el 100% de nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, lo que implica un proceso que refuerza nuestro compromiso con una economía cada vez más circular y sostenible”, agrega.
El proceso de autodiagnóstico también dejó aprendizajes valiosos: “Nos permitió revisar metodologías y detectar espacios de mejora. Alcanzamos 97,29 puntos sobre 100, la calificación más alta dentro del Sello Verde, lo que nos impulsa a seguir innovando”, señala Ananía.
Agrega que, de cara al futuro, la empresa busca “mejorar la eficiencia energética, fortalecer las compras sustentables y seguir impactando positivamente en nuevas audiencias”,
Farmacity: “Dedicarle tiempo y atención a este proyecto nos ayudó a tener una mirada más integral”
Otra de las compañías que obtuvo la certificación, en este caso nivel Compromiso, es Farmacity, que incorporó el Sello Verde como parte de su estrategia de triple impacto.
“Fue un proceso muy desafiante, que nos hizo revisar nuestras prácticas habituales y enfocarnos en el uso responsable de los recursos”, cuenta a Noticias Cerca Tuyo Lucila Palacios Hardy, mentora de Triple Impacto en la empresa.
Según contó, “en algunos casos, el autodiagnóstico nos ayudó a darle estructura a acciones que ya realizábamos, como el mantenimiento preventivo de las instalaciones. A partir de este proceso, comenzamos a registrar cada intervención y seguimiento”.
Farmacity reforzó prácticas de gestión de residuos, con separación en origen, uso de materiales biodegradables, colaboración con recuperadores urbanos, y gestión de residuos orgánicos para compostaje.
También avanzó en eficiencia energética y uso racional del agua: “Instalamos iluminación LED en todas las sucursales, registramos los consumos, controlamos desvíos y promovemos el buen uso de los recursos con cartelería y comunicación interna”, detalló Palacios Hardy.
La certificación, destacó, “refuerza nuestro compromiso con el triple impacto, motiva a los equipos y fortalece el vínculo con la comunidad y con la red de economía circular”.
“El Sello Verde refuerza el compromiso de Farmacity con el triple impacto, mejora el posicionamiento en materia ambiental, motiva a los equipos a continuar con prácticas responsables y fortalece el vínculo que tenemos con la comunidad y con la Red de Economía Circular”, subraya Palacios Hardy.
Hacia adelante, la empresa busca extender la certificación a más locales, consolidar la medición del impacto ambiental y profundizar la circularidad de materiales y la reducción de residuos.
“Aún estamos en una etapa inicial pero ya observamos beneficios en varios frentes: mayor eficiencia en procesos internos, reducción de residuos, fortalecimiento de la marca y una relación más colaborativa con proveedores y recuperadores urbanos”, enfatiza la mentora de Sello Verde en Farmacity.
Zurich: “Una gestión ambiental con enfoque integral y compromiso sostenido”
Otra de las empresas que accedió al Sello Verde, con la máxima categoría, fue Zurich.
“En Zurich asumimos el compromiso de desarrollar nuestro negocio cuidando el medio ambiente y la sociedad. Desde hace varios años contamos con una estrategia de sustentabilidad bien definida, basada en tres pilares: planeta, personas y clientes”, explican desde la compañía y agregan: “Este enfoque integral nos permite abordar de manera efectiva las dimensiones ambiental, económica y social de la sostenibilidad”.
En el eje ambiental, Zurich implementa medidas concretas: más del 80% de su flota está compuesta por vehículos híbridos, el 84% de sus pólizas se encuentra digitalizado, adquiere energía renovable mediante certificados I-REC equivalente al 100% de su consumo de electricidad y gestiona integralmente los residuos para fomentar el reciclaje y la reutilización.
“Esto nos permitió reducir nuestra huella de carbono un 84% respecto a nuestro año base, que es 2019”, detallan.
Además, obtuvimos están reconocidos con la máxima categoría en la sede de la calle Cerrito 1010 de la empresa.
En paralelo, la compañía impulsa el bienestar, la diversidad y el desarrollo profesional de sus colaboradores, promueve la empleabilidad futura a través de programas de ‘upskilling’ (para actualización de habilidades) y ‘reskilling’ (adquisición de nuevas competencias o roles), y fomenta la movilidad interna.
“Transitar estos procesos nos permite reflexionar sobre nuestra gestión ambiental e identificar tanto los avances logrados como las oportunidades de mejora”, afirman desde Zurich. “Estas evaluaciones aportan un valor significativo, ya que nos ayudan a optimizar prácticas existentes, incorporar nuevas acciones aplicables a nuestra industria y fortalecer una cultura de mejora continua orientada a la sostenibilidad”, completan.
Entre los desafíos próximos, Zurich busca continuar reduciendo el impacto de sus operaciones y avanzar hacia la meta ‘net-zero’: 2030 para sus operaciones y 2050 para el portfolio de inversiones y suscripción.
“Los avances obtenidos hasta el momento reflejan el valor de incorporar la sostenibilidad como parte integral de nuestra gestión y negocio. Observamos un fortalecimiento en la percepción de nuestra marca y en el vínculo con nuestros grupos de interés”, destacan.
Además, remarcan que “productores, clientes y proveedores valoran el compromiso social y ambiental de la compañía, lo que genera relaciones más sólidas, basadas en la confianza, la transparencia y un propósito compartido de contribuir a un futuro mejor”.
Una red que multiplica y se consolida
Tanto Cliba como Farmacity y Zurich coinciden en que el Sello Verde abre un camino de trabajo conjunto.
“El gran desafío de esta distinción es nuestra capacidad de articulación, integrar la sustentabilidad de manera transversal en cada decisión, servicio y desarrollo”, señala Ananía. “Así, generamos valor ambiental, social y tecnológico con una mirada innovadora y responsable”, agrega.
Por su parte, Palacios Hardy subraya que las compañías tienen un rol clave en el fortalecimiento del sistema de reciclado, la concientización ciudadana y la difusión de buenas prácticas. “La red de empresas con Sello Verde puede ser un espacio para intercambiar experiencias y escalar soluciones sostenibles”, sostiene.
En la misma línea, desde Zurich remarcan que “las alianzas estratégicas son necesarias para lograr un impacto positivo y real”, y aseguran que, a la vez, “impulsan la innovación y contribuyen a construir comunidades más resilientes frente a los riesgos actuales”.
Para Zurich, la red de empresas con Sello Verde puede “desempeñar un rol fundamental en la promoción de una gestión ambiental más responsable y colaborativa en la ciudad”, fortaleciendo el compromiso del sector con el desarrollo sostenible “a través del intercambio de experiencias, buenas prácticas y aprendizajes”.
Un modelo con eco
A partir de sus primeros resultados, el Sello Verde ya comenzó a inspirar a municipios de la provincia de Buenos Aires, interesados en replicar el modelo y construir sus propios sistemas de certificación ambiental.
El desafío, señalan los especialistas, será mantener el espíritu colaborativo y la articulación entre el sector público, las empresas y la comunidad.
Si el camino iniciado en la Ciudad de Buenos Aires logra expandirse, el Sello Verde podría transformarse en una política metropolitana de gestión ambiental, capaz de impulsar una cultura sostenible que trascienda fronteras y transforme hábitos, un paso fundamental hacia ciudades más limpias, responsables y resilientes.
