Entre el perfume de miles de rosas y el reflejo del puente blanco sobre el lago, el Rosedal de Palermo guarda un secreto que acaba de renacer: el Patio Andaluz. Construido en 1929 con materiales traídos desde España, fue completamente restaurado tras ocho meses de trabajo que le devolvieron ahora su belleza original y su espíritu de época.
Esta suerte de jardín español construido en 1929 e incrustado en el principal pulmón verde de Buenos Aires, invita a detenerse en medio del cemento y el movimiento urbano frenético.

Allí, los azulejos sevillanos narran episodios de Don Quijote de la Mancha, las mayólicas centellean y el sonido del agua en la fuente central recuerda la dedicatoria que acompañó este regalo de Sevilla al distrito porteño: “A la caballerosa y opulenta Ciudad de Buenos Aires en testimonio de comunicación espiritual”.
Conservadores y restauradores trabajaron con meticulosidad para limpiar, consolidar y recuperar piezas originales. De esta manera, teselas, olambrillas, columnas de hierro y bancos de cerámica fueron restaurados uno por uno, guiados por documentos gráficos y fotográficos de la época.
El Patio Andaluz ocupa un punto privilegiado del Rosedal: desde sus escaleras se abren vistas al lago y a los senderos floridos.

Los trabajos de recuperación fueron dirigidos por Carlos León Thays, hijo del célebre paisajista Carlos Thays.
A pocos metros del bullicio de la neurálgica Avenida del Libertador, el Patio Andaluz invita a pasar un momento al margen del tiempo en los bancos que ofrecen descanso, el sonido del agua que emana de su fuente y el sombreado que regalan las pérgolas.
Con casi cien años de vida, este rincón hispano del Rosedal vuelve a desplegar su encanto como una cápsula de belleza recuperada.

